domingo, 16 de enero de 2011

profecía

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-…y de pronto estaba pintando las uñas de mis pies y, lejos de parecerme erótico, lo sentí complaciente. Pero no tenía el valor de acercarlo, de traer su cara contra la mía, de mirarlo fijo y decirle que lo prefiero cerca, pintándome margaritas en los ojos. No tenía el valor porque no lo deseaba. Y ya me sentía tan cansada de no desear, que cambié margaritas por esmaltes.

- ¿hace mucho que evitás sentir?

- hace mucho que tengo miedo

- ¿a perder?

- a perderme.


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martes, 4 de enero de 2011

feliz año

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La imagen es grotesca, sí: una terraza del conurbano, mesas largas, lamparitas de colores, personas que hablan de cosas que, a juzgar por sus caras no aparentan importantes; y este hombre que parece un cocainómano exaltado, distinto del mundo, ajeno, parado en una silla toda la noche, bailando y cantando con un micrófono, intentando llevar su alegría -como puede, como le sale- al gentío pasivo que oficia de espectador por pena o aburrimiento.

La imagen es grotesca, sí: nadie lo mira fijo porque se pueden contagiar y eso es peligroso. Pero nadie lo para porque, de algún modo indescifrable todos sabemos que mi papá, desde una sillita de plástico y con un micrófono que bien podría ser de madera, acaba de ganarle la guerra a la muerte. Y nos va a salvar a todos.





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