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-…y de pronto estaba pintando las uñas de mis pies y, lejos de parecerme erótico, lo sentí complaciente. Pero no tenía el valor de acercarlo, de traer su cara contra la mía, de mirarlo fijo y decirle que lo prefiero cerca, pintándome margaritas en los ojos. No tenía el valor porque no lo deseaba. Y ya me sentía tan cansada de no desear, que cambié margaritas por esmaltes.
- ¿hace mucho que evitás sentir?
- hace mucho que tengo miedo
- ¿a perder?
- a perderme.
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