viernes, 25 de septiembre de 2009

¿Muy a mi pesar?...

... estoy haciendo esto. Alguna vez le dije a un amigo, mi amigo más puáner, que esta idea de un diario íntimo público me generaba ruido. ¿Y ahora? ¡Heme aquí!. La necesidad de algún detalle que nos aleje un poco de sabernos tan solos permite que se doble una reacia más.

Hice cosas más patéticas, de eso estoy segura. Como eliminarme de facebook y, por aburrimiento, volver a ingresar (fue tan simple, facebook decía que me extrañaría y que me guardaba tooooda mi información por si alguna vez quería volver a pertenecer. Adorable el programita). O usar mi preadolescencia para ir a ver a los backstreet boys, o perseguir -literalmente, sí- a Alejandro Sánz. Ay.

Lo cierto es que podemos agradecer mi intención de bloggera a una anciana simpatiquísima que conocí hoy en un pago fácil.

Situación: entro al correo, llena de bolsas del super y de la verdulería (soy medio mensa cuando voy a la verdulería: me cebo, compro de todo, y no me doy cuenta que después tengo que acarrear KILOS por un trayecto de siete cuadras. Sumale que comprar una verdura x, me da la idea de una rica comidita, pero claro, son necesarios más ingredientes. Voy al super, y así llevo 700 kilos encima... en fin). A lo que iba: venía cargada hasta la manija, entro al correo, no había NADIE. Genial, esto será inmediato. Me acerco a la caja, y el muchachín me toma las facturas. ¿Te olvidaste de algún detalle, Noelia? ¡Pues, claro! no saqué número. Ahora, díganme, desde el interior de sus cabecitas más lógicas, sacar número cuando no hay un alma, ¿no es un tanto pelotudo?. Así me parecía, al menos hasta que esta anciana simpatiquísima que les mencioné anteriormente entra en escena. Yo ya estaba siendo atendida, y se me acerca por detrás dicha mujer, diciendo: disculpame, el 67 lo tengo yo. El muchachín de la caja, el muy idiota, me mira como quien no se hace cargo y pregunta con esos ojitos de infelicidad qué medidas tomaremos. Detalle IMPORTANTÍSIMO: había dos cajas más, con sus respectivas cajeras sumidas en el alpedismo, pero la vieja vió que el muchachín llamó al 67, y el 67 lo tenía ella.
No quiero excusarme, pero por lo general suelo ser sumamente respetuosa, especialmente con los ancianos. De hecho, quizás otro día, la misma situación, no me hubiera impulsado a pertenecer al mundo blogger. Pero hoy esta señora tan linda logró violentarme.

"Señora, yo estaba primera" Dije eso, pero quise decir tantísimo más. "Señora, yo estaba primera, me levanto temprano POR OBLIGACIÓN, no porque me acuesto a las ocho y a las cinco estoy arriba para hincharle las pelotas al mundo, porque TRABAJO, algo que usted seguramente nunca haya hecho o, si lo hizo, ya lo olvidó. Y no me venga conque es ama de casa, porque YO TAMBIÉN. Me salen bolsas de supermercado y verdulería por los ojos, llego a casa y me pongo a cocinar y a limpiar, quisiera, como usted lo hace, dormir una siesta, pero cuando miro el reloj ya son las cuatro, oootra vez a trabajar, después del trabajo el ensayo y así hasta que son las dos de la mañana -mínimo- que me reencuentro con la almohada, para volver a levantarme temprano y así, así, así, etcéteramente, incluídos los sábados. Y HAY DOS CAJAS LIBRES, CARAJO!!!!".

El muchachín tomó el control remoto y retrocedió un número. La chica de la caja de al lado lo volvió a llamar al 67 y la señora acudió feliz, no sin antes mirarme de reojo y decir: "Lo cortés no quita lo cabral"

GÜATS???

Me fui re caliente del pago fácil, pensando que los viejos hacen abuso de su condición de ancianos. No que nunca antes lo haya pensado, claro. Supongo que todos alguna vez nos hemos hecho los boludos en el colectivo para no cederle el asiento a un/a viejo/a (especialmente viejas, especialmente las mujeres, hay que reconocerlo). Se te paran adelante con cara de perrito mojado, y vos que venís de laburar, cargado de cosas, muerto de sueño, tenés que pararte para darle el asiento a esa vieja chota que viene de hacer NADA, literalmente, y, para peor, si atrás de ella sube alguien que verdaderamente necesita el asiento (llámese lisiado, embarazada, o un viejo/a que no se puede mantener en pie) esa vieja que te sacó de la pequeña victoria de haber conseguido un asiento en hora pico, NO SE LEVANTA NI EN PEDO, LA MUY HIJA DE PUTA.

Uff, reconocer las propias miserias tiene su encanto, ¿no?

5 comentarios:

Melina dijo...

No sé si tiene su encanto pero que te desgarga, te descarga. Y yo también creo que algunas viejas juegan a ser víctimas y se abusan. Sobre los números te cuento que el otro día fui a Anses y en el mostrador me atiende un muchacho, me dice "tenés que sacar número allá" y me señala una mesita vacía, le digo "no hay nadie" entonces él me acompaña hasta la mesita y me da un número, después lo sigo hasta el mostrador al que fui en un principio y ahí canta el número, mi número. Podés creer? Beso! Y felicitaciones por el blog!

Noe dijo...

Meli! qué lindo que seas la primera! ahora, vos te das cuenta? parece que las únicas reglas que se cumplen son las que son verdaderamente idiotas. Los números y las colas nos definen. Tremendo. Beso enorme, muchacha!

L3a dijo...

Siempre me sentí muy mal de pensar que "los ancianos a veces abusan de su condición" porque pensé que era el único asquerosito que lo hacía....gracias negrita!!!! Quedo esperando más miserias.
Beso grande. Lea

Lucila dijo...

Las viejas son lo peor, pero LO PEOR, del planeta. Con los viejos todo ok, pero ellas... aaaaay.

Juan Punto dijo...

No se puede copiar y pegar acá? (tampoco andan las flechitas... qué caos!) Bueno, la cosa es que me detengo en la primera parte, donde haces referencia al ruido que te hacía el blog.
Hace un tiempo me empezó a resultar tonto las continuas quejas e inquisiciones sobre situaciones o costumbres sociales tanto antiguas (cumpleaños, navidades, casamientos, etc) o las nuevas (facebook, twiter, blogs, etc). Es que por más molestas o absurdas que parezcan carecen de la gravedad necesaria como para referirnos a ellas de manera tan quejumbrosa y terminante. Son cosas que están y suceden, que en su "molestia" nos permite encontrarnos con nuestro costado mas "natural", el núcleo familiar, o, en el caso de lo cibernético, nuestra propia mirada del mundo ante la mirada de los demás. Ahora, si después construimos toda una estructura que sostiene que no decir nada, no hacer nada y sólo ponerse un piercing, teñirse el pelo y sacarse una foto es lo realmente esencial en la vida, ya no es problema del espacio social virtual, como no es problema de la Navidad ni de la abuela Josefa que te hace un adorno horrible, pero lleno de amor para poner en la mesa, que el tío Pepe tenga problemas con el alcohol y le recrimine a las 23:58 del día 24 de Diciembre, a su hermano, que lo cagó con la venta de la casa de su padre.

Y aunque Josefa hace tiernos adornos, y como vive en el pueblo nada sabe de colas y colectivos, estoy seguro que de haberse criado en capital, sería una vieja maleducada más, como la media de los habitantes de esta linda ciudad.