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hoy tengo sesenta años
una gata que parece un perico
y un perro que se disfraza de mi abuelo.
le digo a la gata que quiera al perro
le pido al perro que acepte a la gata
pero ellos son libres
la gata escupe, el perro se va.
hace siete años que vivo con el perro
y siete días que conozco a la gata
-qué delirio es la novedad-
el amor que nace del tiempo
es casi penoso “pobre astor
nadie te saca tu lugar, ¿sabés?”
pero astor mira desde el patio
y ramona juega tranquila
dentro de la casa.
entonces la culpa: ramona al cuarto,
astor a la casa
lo que resta de la casa
su casa con olores nuevos
amanecerá –lo sé-
llena de meadas territoriales
que tendré que limpiar
al levantarme
¿y yo?
¿dónde quedo yo?
¿en la cajita higiénica?
¿dentro de la bolsa de royal canin?
¿dónde, dónde?
hoy tengo sesenta años
hablo con las mascotas
soy sola
soy viuda
estoy poco apetecible
para el rubro del amor
y digo que no me importa
miento “que no me importa”
¿acaso me creo buena?
¿mala?
¿me creo?
ser sola y ser viuda
es casi lo mismo
o lo mismo
nadie dice que la viuda haya amado
nadie dice que la sola no sepa de la muerte
yo sé que las dos cosas
me siguen a diario
y que me escondo
chiquitita
entre ramona y astor.
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