sábado, 31 de octubre de 2009

de ahora en adelante lloraré menos

a veces me pregunto cuándo cesará esta violencia.
y no hablo de guerras, conflictos políticos, intereses compuestos.
no.
mi violencia.
este bichito podrido que me hace tragar sin masticar.

tal vez cuando deje de ser tan estúpida,
de exponerme a todo y a todos sin reparos.
no sé.

ya van dos días de violencia continuada:
me indignan las actitudes de los demás,
pero más me indigna que me desalienten tanto.

estoy triste.
me peleo con el perro. pobre perro
él sabe que estoy triste, y se me acuesta a los pies.

no se da cuenta que verlo ahí
tan noble, tan amigo,
despierta todas mis ganas de llorar.

qué hijo de puta.


para peor, está lloviendo en Buenos Aires.




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viernes, 23 de octubre de 2009

sé lo que harás cuando haya pileta

Alguien dice reunión-amigos-PILETA y yo tiemblo.
y no: no es que no sé nadar -muy por el contrario, me encanta hacer de pez-, me gusta el sol, los amigos, las cervezas... pero sé honesto, flaco: por más que sea tu amiga del alma, te vas a fijar cómo me queda la bikini. Y ahí está, me arruinaste la alegría.
El problema es mío, todo bien. Pero si yo no ando mirando cómo te queda el short de baño, entonces -oh, lord- explicame por qué tenés que hacer un análisis intrínseco de mi bikini que SÉ fervorosamente que no me queda espléndida, ¿eh?.




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miércoles, 14 de octubre de 2009

preguntita

¿alguien me puede explicar la famosa frase: "el trabajo dignifica"?

ya van 26 años sin entenderla, che...

lunes, 12 de octubre de 2009

paréntesis


(me pongo en la ñoña que soy, dejo de jugar a la fémina despechada y les recomiendo ENORMEMENTE que vayan al teatro San Martín el martes próximo -oh, mañana!- a las 18hs. Chequeen por internet si quedan localidades. La obra: Hotel Splendid. Puesta coreana, subtitulada, que se presenta en el marco del Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires. Hacía tiempo que no aplaudía de pie, mis queridos. TREMENDA.)




martes, 6 de octubre de 2009

"Te falta un golpe de horno, calabacita"

Dedicado a mi amiga argermana, Lucy del arrabal.

Varón, imaginate un estadio de fútbol, ¿lo tenés?. Genial. Seamos ahora más precisos en la visualización: observá el arco, una mujer lleva la camiseta con el número 9, está lista para ganar, para dejarlo todo en ese partido. Vos estás ansioso, sentadito en la platea más decorosa, con una coca-cola en la mano, esperando que esta chica meta el gol de la historia. De pronto, se te ocurre ser perspicaz y mirar el campo de juego completo. Nadie. No hay nadie ahí para ayudar a esta condenada con la casaca número 9 a que haga ese glorioso gol que estás esperando. "Pucha, qué pena", pensás. Y te vas a dormir la siesta, con tu coca y tu remerita intacta, para soñar ese tanto ganador. "Pucha".

Ahora decime, pedacito de cielo estrellado, ¿qué tenemos que hacer para que entiendan de una vez y para siempre que si una mujer está ahí, bajo el sol, sudando la camiseta, es porque te está invitando a jugar, porque necesita que seas vos, sí, VOS, el que tires el centro que le dé la posibilidad de anotar?

Ya no pedimos cartas de amor, ni serenatas, ni bombones o flores. Lo que te pido es un centro, maestro, ¡un centro!. Y quedate tranquilo, que del gol me encargo yo.